miércoles, febrero 07, 2007

Bisexualidad, ¿un disfraz de la homofobia interna?






Ante la "confesión " de bisexualidad, la mayoría de las personas asumen que se trata de alguien que no se atreve a vivir sus impulsos homosexuales o que busca presentarlos de una manera más socialmente aceptable.

Estos son algunos comentarios que se pueden escuchar sobre el tema:

• Impostoras: porque "en realidad" son gays o lesbianas que no se atreven a asumirse como tales, o que no quieren perder ni los privilegios sociales de la heterosexualidad ni los placeres de la homo.

• Confundidas: porque "en realidad" no saben lo que quieren,dudan,van de un cuerpo a otro y de un género a otro buscando una falsa completud de sus débiles yoes, que se debilitan más aún en ese proceso.

• Hipersexualizadas: su libido es tan intensa que rompe los diques de la represión y no discrimina entre objetos socialmente permitidos y prohibidos; en versión talk-show: "tiene ojo, me lo cojo".

• Egocéntricas, egoístas, centradas en la búsqueda de su propio placer y reluctantes a sacrificar nada de sí para comprometerse en una relación adulta con una persona de un determinado género y renunciar al resto de sus potenciales parejas. Este egocentrismo en muchos casos orilla la psicopatía, ya que la persona bisexual es insensible al dolor que causa en heterosexuales, gays o lesbianas puras/os y bien intencionadas/os que confían en ella. (Esta línea ha sido explotada por el cine hasta la exasperación.)

• Exóticas, andróginas, ni hombres ni mujeres, criaturas de la noche y la excentricidad, artificiales, exquisitas, tan Otras que ni siquiera puede juzgárselas con los parámetros morales que sí les caben a sus hermanas/os más corrientes.
¿Por qué la bisexualidad asusta tanto que tiene que ser negada en su misma existencia?

En esta sexualidad normativizada, con indicadores de desempeño y metas a alcanzar, donde el deseo aparece controlado, nombrado, acotado, y el margen para lo imprevisto y para el cambio es mínimo, la bisexualidad irrumpe como elemento disruptivo.
La bisexualidad remite a lo móvil, al cambio, a lo imprevisto y por eso atemoriza.

En ámbitos que no sean la sexualidad, se reconoce la capacidad de adaptación a los cambios como síntoma de madurez, la flexibilidad como indicio de estructuración adecuada del yo, un amplio repertorio posible de respuestas e intereses como sinónimo de salud. Y sin embargo, en lo sexual, exigimos de las personas todo lo opuesto. No es sorprendente: en el lugar de la mayor vulnerabilidad humana, donde rozamos la muerte y la desnudez, donde hasta el lenguaje adulto nos es insuficiente, es donde construimos las mayores rigideces, los imperativos más tiranos.

La sexualidad humana es mucho más compleja de lo que querríamos que fuera. Abarca la genitalidad, por supuesto, pero también las fantasías, la cercanía emocional, la comunión afectiva... En algunas vidas humanas -las menos- todos esos vínculos se dan, desde el nacimiento hasta la muerte, con personas de un solo género. En la mayoría de las vidas humanas, en cambio, existe una fascinante diversidad de objetos amorosos/eróticos, a veces aceptados como tales y a veces no.

No importa cuál sea la etiqueta que la se adopte, el trabajo sobre la homofobia interna es ineludible y en el caso de las/os homosexuales que se escudan tras la máscara de la bisexualidad, al crear las condiciones para una mayor aceptación de sí es más probable que esa máscara deje de ser funcional y se abandone.

En el caso de las personas genuinamente bisexuales, es necesario trabajar los elementos de homofobia interna que dificultan la aceptación de los deseos homosexuales, así como también trabajar lo que se conoce como "bifobia" que es la internalización de los mensajes sociales negativos acerca de la bisexualidad e incluso de su inexistencia como categoría válida.

En aquellas personas que tienen conciencia de sus deseos por seres de diferentes géneros y han encontrado la forma de convivir con ellos, este trabajo resulta imprescindible, sobre todo cuando se trata de personas que viven inmersas en ambientes gay o lésbicos donde carecen de interlocutoras/es validantes. Se trata de un trabajo de integración de lo que en apariencia serían aspectos "contradictorios" del deseo, y aquí la noción de sexualidad a la que me refiero mas arriba en el principio desempeña un rol decisivo.

Para terminar os dejo con un fragmento que resume lo que humildemente he querido compartir con vosotros, que no es otra que mi opinión personal, cómo siempre, podré estar errado, encaminado o no, pero si os he hecho reflexionar, al menos un poco sobre el tema, quedare satisfecho

"Si la bisexualidad es, en realidad y como sospecho, no una orientación sexual más sino más bien una sexualidad que deshace la orientación sexual como categoría, una sexualidad que amenaza y cuestiona el fácil binario de hetero y gay e incluso, por sus significados biológicos y fisiológicos, las categorías de género masculino y femenino, entonces la búsqueda del significado de la palabra "bisexual" proporciona una lección de otro tipo. En lugar de designar a una minoría invisibilizada, a la que aún no se le ha prestado la suficiente atención y que ahora está encontrando su lugar bajo el sol, la bisexualidad, como las mismas personas bisexuales, resulta ser algo que está en todas partes y en ninguna. En síntesis no hay una verdad acerca de ella. La pregunta acerca de si alguien fue "en realidad" gay o "en realidad" hetero tergiversa la naturaleza de la sexualidad, que es fluida y no fija, una natatoria que cambia con el tiempo en lugar de una identidad estable, aunque compleja. El descubrimiento erótico que aporta la bisexualidad es la revelación de la sexualidad como un proceso de crecimiento, transformación y sorpresa, no un estado del ser estable y plausible de ser conocido".

Marjorie Garber, "Vice Versa". Bisexuality and the Eroticism of Everyday Life. New York: Simon & Schuster, 1995.


De antemano,gracias por los posts.
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