jueves, junio 14, 2007

Temibles celos


Aunque al decir de algunos los celos, en cierta medida, avivan la llama del amor en la pareja, cuando no se tiene control de las reacciones pueden pasar de ser una simpática muestra de afecto a un estado de locura que termine en violencia o agresividad en cualquiera de sus manifestaciones.

¿Los has sentido alguna vez?
Si has tenido que detenerte a pensarlo es que no hay dudas: el latido de tu corazón se ha acelerado e incluso te ha faltado momentáneamente la respiración a causa de la ira que los acompaña.

No te sientas incómodo por ello. La cuestión de los celos es una de las más antiguas y profundas que se remite a la historia de la especie humana y, según encuestas realizadas en diversas regiones del mundo, todo parece indicar que el 100% de las personas al menos los han sentido al menos un par de veces.

Claro, no todos llegan a los extremos, y aunque los más difundidos son los experimentados por las parejas, no son los únicos. Bien lo sabrán esos hijos mayores que han imaginado ser desplazados por el pequeño hermano o viceversa: el pequeño hermano que siente celos de los supuestos privilegios del mayor. Tampoco serán ajenos a aquellos que se disputan el cariño de alguien o a quienes rivalizan por el reconocimiento en determinado ámbito.

Sin embargo, hay personalidades que hacen viables los celos patológicos. Entre ellos se encuentran los obsesivos compulsivos y aquellos que padecen de baja autoestima.

Lo cierto es que la existencia de los celos es universal y puede basarse en situaciones reales o fantaseadas, pero se trata básicamente de una forma particular de temor de la cual se puede estar prisionero y como consecuencia, acarrea reacciones insospechadas.

Los estudiosos del tema coinciden en que a pesar de que los celos son naturales, constituyen una emoción opuesta a la confianza. Aunque algunos psicólogos piensan que permiten las relaciones monogámicas y fieles. Desde esta perspectiva se asume que funcionan como un mecanismo de defensa mediante el cual las parejas intentan perpetuarse. Sin embargo, muchas veces logran el efecto contrario y tienen el poder de destruir la más bella de las relaciones.

De todos modos, es posible crear fórmulas personales para intentar transmutarlos en provecho de la relación de pareja. La clave estriba en el equilibrio, pues un poquito condimenta la relación; pero con exceso…ya sabemos cómo acaban estas historias.

Por eso no es aconsejable tomarse muy en serio la popular idea de San Agustín: “Si no está celoso, no está muy enamorado”, El amor y los celos están relacionados, pero es posible prescindir de estos últimos para convivir en armonía.
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